Sole Pina

Directora de Infantil y Primaria
ELIS Villamartín

 

Como padres, deseamos lo mejor para nuestros hijos: que sean felices, responsables y capaces de afrontar la vida con confianza. Sin embargo, criar no es sencillo, especialmente al establecer límites sin caer en el autoritarismo o la permisividad. Aquí entra la disciplina positiva.

Este enfoque, desarrollado por Jane Nelsen y basado en la psicología de Alfred Adler, busca enseñar habilidades para la vida fortaleciendo la autoestima y las relaciones familiares. Se enfoca en combinar firmeza, con normas claras, y cariño, con respeto y comprensión, evitando castigos o recompensas.

El equilibrio entre firmeza y cariño es clave para una crianza consciente, promoviendo límites claros y enseñanzas constructivas en un entorno respetuoso.

Diversos estudios han respaldado los beneficios de la disciplina positiva. Una investigación publicada en Journal of Child and Family Studies  encontró que el uso de estrategias de crianza basadas en la comunicación y el respeto mutuo está asociado con un mejor desarrollo emocional y conductual en los niños. Los niños criados con estas prácticas tienden a ser más cooperativos, seguros de sí mismos y menos propensos a mostrar problemas de conducta a largo plazo.

Además, un estudio realizado por The Society for Research in Child Development señala que los enfoques que combinan firmeza con calidez y apoyo emocional, contribuyen a un mejor rendimiento académico y relaciones sociales más saludables en la infancia y la adolescencia.

Estos hallazgos refuerzan que criar con disciplina positiva no solo mejora el comportamiento inmediato de los niños, sino que también fomenta habilidades esenciales para la vida adulta ya que enseña a los niños a resolver conflictos, gestionar sus emociones y tomar decisiones responsables. Preparándolos para interactuar de manera positiva en distintos entornos, como la escuela y el hogar.

Al entender las consecuencias naturales de sus acciones, los niños aprenden a asumir la responsabilidad por sus decisiones. Este proceso fortalece su capacidad de resolver problemas y tomar decisiones de manera independiente.

Este enfoque se basa en la conexión emocional. Cuando los niños sienten que son valorados y respetados, es más probable que respondan positivamente a las normas establecidas. Supone que en lugar de corregir el comportamiento de forma reactiva, se centra en las causas subyacentes, abordando las necesidades emocionales de los niños para evitar problemas futuros.

 

Estrategias para aplicar la disciplina positiva:

  1. Establece reglas claras y coherentes. Comunica las normas de forma sencilla y asegúrate de que sean consistentes en el tiempo.
  2. Escucha y valida sus emociones. Reconoce sus emociones antes de corregir su comportamiento. Por ejemplo, podrías decir: “Entiendo que te sientas frustrado porque no puedes seguir jugando, pero es hora de cenar.”
  3. Ofrece opciones y fomenta la participación. Dar a los niños la oportunidad de elegir dentro de límites razonables les ayuda a desarrollar un sentido de control y responsabilidad.
  4. Utiliza consecuencias naturales y lógicas. En lugar de castigar, deja que los niños experimenten las consecuencias naturales de sus acciones, siempre que estas no pongan en riesgo su seguridad. Por ejemplo, si olvidan su tarea, pueden explicar al maestro lo que ocurrió.
  5. Sé un modelo a seguir. Debemos ser un modelo de paciencia, empatía y respeto en tus interacciones diarias.

Educar con disciplina positiva no significa renunciar a los límites ni evitar los conflictos, sino abordarlos desde un lugar de respeto y amor. Este enfoque ayuda a los niños a desarrollar habilidades importantes para la vida mientras fortalece el vínculo familiar.

El camino puede ser desafiante, pero cada esfuerzo cuenta. Educar con firmeza y cariño es una inversión en el futuro de tus hijos y en la relación que compartirán durante toda la vida.