Toñi Legidos Martínez
Profesora de Secundaria y Bachillerato
y Líder Digital

 

Es una evidencia que, en la sociedad actual, la tecnología ha colonizado todos los aspectos de la vida con una rapidez asombrosa. Ese futuro que hace apenas unos pocos años veíamos tan lejano, dio marcha atrás en el tiempo y sin apenas darnos cuenta, ya estaba aquí y hemos tenido que adaptarnos, a veces incluso sin pretenderlo.

 

La educación no ha sido ajena a este proceso, más bien ha sido uno de los campos más afectados y ha tenido que reinventarse. Tanto los centros educativos como los profesores han tenido que reciclarse y sobre todo estar al día de todo lo que se mueve en el campo de la tecnología, con el objetivo de preparar a nuestros alumnos de la forma más eficaz posible para un futuro profesional, y personal, que probablemente todavía no se haya inventado. ¡Vaya responsabilidad que tenemos los docentes!, tal como plantea la Comisión Europea en este Plan de Acción de la Educación Digital 2021-2027

 

Si hace unos pocos años, justo antes de la pandemia, hubiéramos dicho a muchos docentes de todos los niveles educativos (aquí no hay distinción de edades) que, en poco más de dos años, estarían trabajando y enseñando, de forma efectiva con todas las herramientas tecnológicas que utilizan diariamente, la respuesta sin duda habría sido “ni lo sueñes”, “a mí esto me pilla ya mayor”. Lo sé de primera mano. Pero hoy tecnología y educación son dos conceptos que ya no podrán separarse jamás.

 

¿Cómo se encuentra el equilibrio entre ambas?, ¿es inevitable que la educación se supedite a la tecnología? ¿los ordenadores, tabletas, paneles digitales van a sustituir al docente, al papel y el lápiz o a los libros? Por supuesto que no. Precisamente hoy en día la figura del docente es más importante que nunca para que toda esta tecnología se utilice de manera eficaz y productiva.

 

“Su uso ofrece sorpresa, novedad, innovación y visión lo que, unido a los factores que consiguen de forma natural en el aula, ayudan a crear nuevas líneas de aprendizaje”

 

Jorge Calvo, ¿Es la tecnología beneficiosa en el aula?

Cuando la tecnología se usa bien, existen numerosos beneficios en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Para hacer las cosas lo más simples posible, señalaré tres beneficios para los estudiantes.

 

  1. Compromiso, motivación y responsabilidad sobre el propio aprendizaje: el acceso a las herramientas de aprendizaje digitales brinda a los alumnos opciones que los involucran naturalmente en el proceso de aprendizaje. Los alumnos cuentan con una mayor independencia y un flujo de trabajo más eficiente, con la posibilidad de administrar y compartir sus tareas en un solo entorno y accesible en cualquier momento.
  2. Colaboración: los estudiantes pueden beneficiarse enormemente del desarrollo de sus habilidades de colaboración. Al compartir un espacio de trabajo digital, los estudiantes pueden crear y editar contenido juntos e intercambiar información e ideas. Los docentes pueden ayudar a los estudiantes a participar en actividades expresivas permitiéndoles elegir las herramientas de comunicación con la que se sientan más cómodos y animando a los estudiantes a trabajar juntos para mostrar lo que saben.
  3. Portafolio digital (el cuaderno de toda la vida): los estudiantes pueden utilizar el sistema elegido por el centro (por ejemplo, OneNote, Seesaw, Teams, etc.) para construir un portafolio digital de su trabajo. Esto brinda a los estudiantes modos alternativos de expresión (audio, vídeo, arte) y medios para demostrar su aprendizaje, lo que puede conducir a un aumento de su autoconfianza. Los profesores pueden acceder fácilmente al área de cada estudiante para dar retroalimentación digital. Los estudiantes tienen sugerencias instantáneas del profesor sobre cómo progresar, pueden dejar respuestas a las mismas o plantear más preguntas para progresar, lo que también ayuda a desarrollar sus habilidades de comunicación. Los portafolios digitales permiten a los estudiantes reflexionar y demostrar su crecimiento. También pueden permanecer disponibles y fácilmente accesibles para estudiantes, padres y profesores.

 

el docente, ¿qué papel representa en esta nueva forma de educación? Lo más destacado es la posibilidad de ofrecer un aprendizaje personalizado y una enseñanza individualizada.

Partiendo de la base de que todos los alumnos no aprenden de la misma manera o al mismo ritmo, la tecnología hace posible que los docentes diferencien el contenido y las tareas, utilizando una variedad de métodos y herramientas de enseñanza (vídeos enriquecidos, actividades interactivas, videojuegos). Los recursos digitales y en línea se pueden seleccionar y compartir al nivel apropiado de cada alumno, asegurando así que el contenido es accesible y que los estándares se pueden alcanzar.

 

Otro aspecto interesante es la posibilidad de ofrecer una evaluación formativa y retroalimentación digital. Los docentes pueden ofrecer retroalimentación en diferentes formatos. Pueden anotar digitalmente un trabajo, dejar grabaciones de voz, un vídeo o un enlace a soporte adicional en línea, lo que personaliza la retroalimentación e inicia una conversación formativa en la que el alumno puede responder de manera similar. Esto muestra a los profesores que se está actuando sobre sus comentarios.

 

Pero los docentes aún tenemos la labor quizás más importante en todo este proceso de digitalización de la educación: hacer selección de contenido y de dispositivos. El mundo tecnológico ofrece un mercado infinito de herramientas y de dispositivos y, los docentes y los centros, somos los encargados de escoger los que mejor se adapten a nuestros objetivos curriculares, por supuesto, a las necesidades de nuestros alumnos.

 

En definitiva: todo esto no se podría realizar sin los profesores, los cuales debemos tener una buena formación tecnológica además de continua, que se nos debe ofrecer desde los centros para que estemos a la última en nuevas tecnologías.